Salís del hotel hacia la izquierda (hacia el poniente, dicho más poético). Hacés una cuadra y pasás por la terminal con sus negocios y cines. Seguís y ves la Plaza 25 de Agosto que te ofrece una primera opción: la cruzás por dentro para fotografiar o visitar la antigua y bellamente restaurada Estación de Trenes que siempre ofrece exposiciones amén de su museo. O comenzás a caminar por la peatonal Rivadavia que te impulsa por todos los locales, galerías, bares y comercios, pasando por el museo Caravatti que merece una buena pausa. Más adelante te das con la impactante Plaza 25 de Mayo, con sus glorietas y desniveles, rodeada por el Cine Teatro Catamarca, la Casa de la Cultura, el Club Social, santerías y la impactante Catedral Basílica con el emocionante Camarín de la Virgen Morena. A su lado la fachada de la Casa de Gobierno (que pronto será un gran museo), y una docena de las mejores confiterías, cafeterías y restaurantes del centro. Ahí nomás el Museo Arqueológico Adán Quiroga que forma parte de la manzana del Convento de San Francisco con su colegio y estatua al reciente Fray, no, perdón, Beato Mamerto Esquiú, el Orador de la Constitución Argentina. Si prestás atención, por todas partes descubrirás casas y edificios en estilo Art Decó, que sólo se observa en un par de ciudades argentinas.

Tampoco te pierdas subir al límite oeste de la Capital para fotografiar al dique El Jumeal y, ya desde las montañas, tener una vista espectacular de San Fernando del Valle de Catamarca y el Valle Central.